Los profesores que fueron separados de sus cátedras por el Ministro Orovio, fueron posteriormente repuestos en las mismas por Alberada, el 3 de marzo de 1881 y consolido de forma definitiva durante décadas la libertad de cátedra.
Albareda contó entre otros con Juan Facundo Riaño, historiador del arte y Director General de Instrucción Pública y creo en 1882 el Museo Pedagógico Nacional., comandado por un antiguo colaborador de Riaño, Manuel Bartolomé Cossío.
Cossío fomentó dos de las actividades más aplaudidas en la Institución Libre, en primer lugar la formación de los maestros, y en segundo lugar las Colonias de Vacaciones, ambas ayudaron mucho a que el fútbol se asentara como afición y en un futuro el gran deporte que es.
Se reorganizaron las Escuelas Normales y las Centrales de Maestros, dando una formación integral moderna y europea, tras el Desastre del 98 esa educación se fue acentuando, ya que los liberales de cualquier signo entendían que la reforma del país, pasaba sin lugar a dudas por la enseñanza y la pedagogía.
Pronto se empezó a comparar los dos modelos culturales y educativos y se llegó a la conclusión de que el modo de vida norteamericano había triunfado sobre la vieja España y sus anticuadas creencias y valores.
Fue tan grande esa preocupación, que la Asamblea Nacional de Productores reunidas por Costa en 1899 tomó cómo referencia el programa pedagógico de Cossío, fue el comienzo de un intento muy serio de regeneracionismo español abalado por Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza.
Los liberales más avanzados tenían claro[1]que la única forma de superar el Desastre del 98 era acercar a España a un sistema moderno de educación, enseñanza y pedagogía y acercar a España a la ciencia europea de su tiempo.
[1] Op cit, Moreno Lunzón, Los institucionalistas, el partido liberal y el regeneracionismo de España, p. 150.