Tendido de los sastres

En la antigua plaza de toros de Madrid, situada junto a la Puerta de Alcalá, no había dependencias dentro del coso para el descuartizado de los toros o el cosido de los caballos. La gente se agolpaba en una de las puerta que se abría con frecuencia para el paso de las mulillas o entrada de los toreros, desde ahí subidos en un terraplén contemplaban lo que sucedía en el ruedo.

A  este lugar se le empezó a denominar “Tendido de los sastres”´. Según el escritor y cronista de Madrid don Antonio Díaz Cañabate el nombre provenía de la palabra » desastres» que a fin de cuentas era lo que sucedía en este lugar. Con el tiempo se perdió una silaba, pasando a ser denominado «de sastres.»

El nombre paso a utilizarse en otros espectáculos donde la gente usaba la picaresca para ver el espectáculo sin pasar por taquilla. El fútbol fue un claro exponente del calado de este deporte en la sociedad, no había campo de foot-ball que no tuviese su tendido de los sastres. Las personas que no tenían suficientes medios económicos, sino podían colarse se las apañaban como fuese para disfrutar de un día de fútbol.

El Metropolitano estaba más bajo que la calle Reina Victoria así que no era difícil tener una buena perspectiva de todo el terreno de juego una vez superado el único impedimento, que era una pequeña valla desde la cual los mirones veían el partido.

 

En el vecino estadio de: Chamartín, en los alrededores al campo y aprovechando una elevación del terreno construyeron una tribuna que era ocupada por las personas que no tenían billete, y se les cobraba dos pesetas. El 29 de enero 1933, se jugaba un Real Madrid – Español y tanto el campo como el tendido de los sastres estaban a rebosar, con tan mala suerte que las gradas ilegales se vinieron abajo produciéndose más de 15 heridos, a continuación la policía detuvo a los constructores de dicha plataforma.

El campo Torrero, propiedad del Iberia Sport Club, con la desaparición de este club pasaría a ser propiedad del RC Zaragoza, el tendido de los

sastres era una loma que había detrás del gol sur, desde donde se veía todo el campo. Cuando no aparecían los guardias los aficionados saltaba la tapia y a ver el partido.

Fuentes consultadas: Hemeroteca, Luz (1933) Blanco y Negro , As (1935)

 

 

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